Sociedad y gerencia: el mensaje del fútbol venezolano
El país necesita un deporte total, que llegue a todos lados, que nos represente, que nos enamore y que nos de confianza como sociedad. Ya está bueno de hazañas, de súper hombres que desmontan mitos y que logren victorias inéditas pese a no tener las herramientas: nada más dañino que esto. Venezuela requiere de una estructura que permita que los súper atletas no sean productos del tesón de una familia y de una consecuencia inesperada, necesita de un entorno que les acompañe y les dé herramientas para que su crecimiento sea la consecuencia lógica de su éxito.
El fútbol es el deporte más importante del mundo. Es la disciplina que te obliga a medirte con todos, que te da las conexiones internacionales que un país necesita para crecer, y que realmente te da una oportunidad de exponerte como país. Venezuela es una de las cuatros selecciones de Conmebol – después de Argentina, Brasil y Uruguay – que ha alcanzado una final del mundo en cualquier categoría, y eso lo hizo pese a acumular un montón de falencias que de no tenerlas, probablemente hubiésemos tenido más éxitos.
El fútbol venezolano ha crecido en muchos aspectos, producto de un contexto petrolero y de un desarrollo global de este deporte que hizo que las diferencias se equipararan. Sin duda hubo cosas positivas desde 2001 hasta nuestros días, pero en el fondo, nuestro balompié sigue golpeado. Es un producto poco apetecible por inversionistas -que dicho sea de paso en muchas ocasiones son personas allegadas a quienes rigen el país-, no contiene la infraestructura mínima si se quiere competir con los colosos continentales y además, fruto del contexto nacional, los futbolistas no tienen competitividad económica con respecto a sus pares continentales.
Venezuela es un pozo petrolero en el fútbol. Tiene potencialmente una gran riqueza, puede salvar vidas y convertirse en un negocio rentable, pero lo cierto es que mientras la corrupción, la poca ambición de muchos de sus dirigentes y el contexto país conspiren contra la actividad, seguiremos viviendo de hazañas y de remar contra la corriente.
No es un secreto para nadie que el país atraviesa malos momentos, como ha acontecido desde hace unos años. Por ello, más que nunca, nuestra nación necesita del fútbol, como ocurre en las naciones desarrolladas para mejorar la marca país, para darle de comer a miles y para levantar la autoestima de un pueblo. Lo entendió Mandela con la Copa África de 1995, también Ecuador, con sus resultados frecuentes. Veamos el éxito y aspiremos a él.
Por medio de políticas deportivas acertadas, con una inversión inteligente, se podrá crecer en infraestructura, en recursos y en talentos para promover la actividad deportiva más importante del país.
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Agustín Rodríguez Weil
Periodista/Gerente Deportivo. Escritor.