Rafael «Fito» Iriarte el Vinotinto más veloz y desequilibrante de los años 70
Por Gabo Capriles (Especial)
Fito se dio el lujo de jugar con Jairzinho en el Portuguesa de sus amores, donde logró la mayoría de sus estrellas en la época dorada del equipo llanero .
Era un puntero derecho endiablado, tenia mucha velocidad, suspenso, gran conducción del balón, y tapaba muy bien la pelota.
Aseguran que él, y el brasileño Cafuringa, fueron los atacantes más desarticuladores de la Liga FutVe en los años 70.
Al igual que su papá, el gran Brígido Iriarte, fue un multi atleta, estuvo en atletismo, en la Escuela Nacional de Jinetes, donde no pudo graduarse por tan solo medio kilo de peso, ya que la estatura y los kilos son rigurosos en el hipismo, y finalmente donde triunfó que fue en el fútbol Venezolano.
Rafael «Fito» Iriarte, un hombre de grandes sentimientos, adora aún después de desaparecido a su padre, Don Brígido Iriarte, nuestro eterno campeón de atletismo, a su hermano Ramón y a toda su familia.
Fue un gran orgullo para Fito y familia el día que el presidente Luis Herrera Campins reinauguró el Estadio Nacional de El Paraíso en Caracas, con el nombre de su padre en el marco de los Juegos Panamericanos.
Hoy, en medio de sus seres queridos, recuerda cada una de las facetas que vivió para finalmente convertirse en otra de las grandes referencias del balompié nacional, de la vinotinto. y como un ciudadano impecable dentro y fuera de la cancha, ejemplo de juventudes.
Fito, como siempre fue conocido por todos, luego de retirarse pasó una vida entera en el Ministerio de la defensa, en su faceta de entrenador, y hoy por hoy está jubilado tras 27 años de desempeño.
A continuación las preguntas y respuestas con la Saeta de Venezuela.
-¿Dónde te iniciaste a jugar fútbol?
«Mi historia viene precedida de los antecedentes deportivos de mi familia, y por supuesto de mi padre Brígido Iriarte que fue un gran atleta. Me inicié cerca de él, entre el Colegio San Agustín y el Estadio Nacional de El Paraíso. En aquellos tiempos todo era muy rudimentario, al punto de que los arcos del estadio eran de madera, teníamos calles de tierra y entre la escuela, el potrero y el estadio, me inicié como todo niño soñando ser un grande, y pues Dios me ayudó a conquistar mis anhelos en toda una realidad».
«En esos tiempos, la formación era muy básica, con un montón de muchachos detrás de una pelota, y con entrenadores y profesores que más que sofisticados, hablaban con uno no solo para aplacar lo tremendo que éramos, sino con buenos consejos».
-¿Qué entrenadores tuviste en esa época?
«Nunca olvidaré, por ejemplo, al padre Julio en El San Agustín, y por supuesto Pedro Castro «Peruco». Tuve la suerte de ser becado por el Colegio San Agustín, y pude jugar los campeonatos estadales y colegiales con esa insignia. «Peruco», con el aval del padre Julio, fue a hablar con mi papá al estadio porque habían observado mi rapidez y mi velocidad, y desde entonces jugué con el colegio en todas las divisiones».
-¿Cómo fue el salto al profesional?
«En la temporada 1971-1972 con El Unión Deportivo Canarias, ya me venían observando, en esa época había un gran nivel de juego con equipos de las colonias, y un gran ambientazo de futbol, la primera categoría del amateur era muy competitiva al igual que el profesional. No niego que en principio estaba un poco nervioso pero me adapté rápido con el uniforme amarillo manga larga, y es allí donde me empiezo a dar a conocer».
«Luego jugaría en El Galicia hasta que El Portuguesa FC me contrató para vivir esa época dorada de los años 70, con cinco estrellas, momentos inolvidables, momentos difíciles también como en el 77 con la selección, y todo el lio con los nacionalizados, pero fueron unos años que nunca olvidaremos, sobretodo porque jugué al lado del tricampeón Mundial de Brasil, compartí con el gran JAIRZINHO».
«También defendí los colores del ULA Mérida, y terminé mi carrera con Deportivo Italia. Salí de Caracas y regresé para colgar los botines en mi ciudad».
-¿Cómo era la Primera División en ese momento?
«Magnífica, había nivel, buenos importados, llenos en los estadios, series internacionales, giras y quizás faltaron más resultados positivos, particularmente participé en dos copas «Simón Bolívar», en Copas Libertadores con el Portuguesa, en Copas Venezuela, y con la selección enfrenté a Estados Unidos de América y a Bolivia»
«Con El Portuguesa enfrentamos en tres Copas Libertadores a River Plate y Estudiantes de la Plata en 1976, a Cruzeiro e Internacional de Porto Alegre en 1977, y a Libertad de Paraguay en 1978, imagínate tu… enfrenté a rivales como Ubaldo Fillol, Daniel Pasarela, Roberto Perfumo con River, a José Luis Brown de 18 años con Estudiantes, a Nelinho, Ze Carlos y el campeón mundial de Brasil Piazza, a Falcao de 21 años, Valdir y Batista más jóvenes aun y del lado mío tenía a Chiquichagua Marín, Willian Salas, Carlos Horacio Moreno, Freddy Ellie, Pedro Pascual Peralta, Andrés Arizaleta, El «Pocho» Echenausi, una constelación inolvidable de criollos e Importados que después se quedaron en el país»
-¿Qué juegos recuerdas con mayor entusiasmo?
«Todos fueron para mí importantes, pero recuerdo con especial énfasis cuando enfrentamos en un amistoso frente a Estados Unidos, volé ese día, y un gol que le hice a Bolivia muy comentado en la eliminatorias al Mundial de Argentina de 1978, pero en líneas generales durante toda mi carrera solía dar el alma en cada desafío».
-¿Qué partido no quisieras recordar más?
«Estando en el Portuguesa y enfrentando al Galicia en un corner El Cachorro Betancourt, altísimo y yo bajito, me fracturó el tabique nasal y eso a mi nunca se me olvidó, siempre fuimos grandes amigos pero en el campo éramos unos fuertes competidores, yo como puntero derecho y él como lateral»
«Debuté en la selección nacional de fútbol en el partido de ida contra Paraguay de las clasificatorias de la Conmebol para la Copa Mundial de 1970, en sustitución de Argenis Tortolero. Volví a vestir la camiseta en 1977, para un amistoso ante Ecuador y para las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de 1978, marcando el gol del descuento en el partido de ida frente a Bolivia. Cumplí todos los compromisos de esta eliminatorias. Sin embargo, regresé a un partido oficial en 1981, en el primer partido de la selección contra España, jugando los últimos nueve minutos. Con este amistoso, cerré mi participación y mi carrera»
-¿Quiénes fueron tus entrenadores, y qué rescatarías de cada uno de ellos?
«En mi etapa Competitiva, Jair Dos Santos con El Canarias, José «Pepe» Sasía, quien jugó en la celeste de Uruguay, y por supuesto Popovic con el Portuguesa, los tres confiaron en mi y nunca les fallé».
Rafael «Fito» Iriarte luego de retirarse pasó una vida entera en el Ministerio de la Defensa, en su faceta de entrenador, y hoy por hoy está jubilado tras 27 años de desempeño.
-¿Cómo observa el fútbol profesional en la actualidad?
«Es un poco extraño, tenemos grandes jugadores Vinotintos en el extranjero con una selección que está compitiendo con los grandes de conmebol, pero no damos pie con bola en lo estructural, en los resultados de Copa Libertadores actuales, y en muchos otros aspectos de nuestro fútbol. Es importante encontrar la coherencia en el fútbol, y que exista un crecimiento sostenido y homogéneo, hay que mejorar mucho» dijo la Saeta Iriarte a través del hilo telefónico.
A Fito lo vimos jugar cuando quien les escribe jugaba infantil A. Era una flecha veloz y muy habilidoso. Don Fito es un tipazo amplio y recuerda todo muy bien.
Nos gustó mucho conversar con él!!!