Mendocita, el incomprendido…
Como el gran Ismael Rivera, Maelo, en su recital del Incomprendido…Así fue Luis Mendoza.
El rebelde, el mala leche cuando se salía de sus cabales, el jugadorazo de a tres dedos con derecha o izquierda. Intuitivo, periférico.
Disonante con las posturas hechas y los protocolos. Chavista y maradoniano, para disentir de todo y guardarle culto al Pelusa en el segundo nombre a su hija. Vanessa Maradona le puso a la niña modelo.
Pero sobre todo, Mendocita fue auténtico. Cero medias tintas. Fuerza de choque contra las injusticias que vivió en el fútbol, cuando los criollos eran relleno.
Intolerante y pasado de maraca a veces con los importados que venían a “robar”. Pero era solo en el fragor de la lucha cuando los puteaba si era necesario para que metieran la pata. Después los abrazaba al final, porque todos lo admiraban.
Uno revisaba su génesis y lo descubría también italiano, parte de esa inmigración que dejó el pellejo en la Venezuela post guerras y que nos mixturó maravillosamente con esos mujerones que conquistaron los cetros mundiales de belleza.
El día que lo llamaron a jugar con la Selección Resto de América ante el Real Madrid no era uno más. Mostró su casta y deslumbró con fintas y pases melódicos entre tanto crack.
Sus hijos Luis Alfredo y Luis Carlos, llegaron y jugaron arriba, nunca como él. Era mucho pedirles, se equipararan con aquel torbellino que fue su padre cada vez que la tenía. Y cuando no se le daban armaba un lío.
Así lo vivía igualmente añoso, a los 70, cuando parecía que había que dársela por obligación porque todavía le quedaban arrestos de 10. Sino, se salía arrechísimo de la cancha.
Valió, Loco Luis.
No le vayas a parar un peo a nadie allá arriba. Hay mucho grande que está emocionado con tu llegada, para armar el tiquitaca.
Nunca te olvidaremos.
(1945-2024)