Liderazgo y Fútbol Venezolano. Adolfo Jarrin
El proyecto Venezuela Fútbol me llena de agradecimiento. Ver y sentir el trabajo de tanta gente valiosa ligada a este proceso hace que los pocos años de mi presencia activa detrás del balón (nunca mejor dicho) cobren nueva fuerza y energía y me conecten con esa hermosa etapa.
Mis palabras de agradecimiento y estimulo en esta aventura a: la Junta Directiva de ,la Fundación Venezuela Futbol Historia , a Fernando Clemente compañero en la Selección de la emigración y a la Luis Vidal por invitarme a escribir , gracias por semejante trabajo.
El Fútbol, inspiración de vida de mi padre y pequeña escala de valor en mi trayecto, ese deporte que entra en tu ser y te mezcla sueños con ambiciones, para dejar enseñanzas personales de vida y relaciones eternas. El Fútbol, ese tú y yo, que nos hace NOSOTROS.
Venezuela y su fútbol, con esa relación logro-potencial que ha venido haciendo méritos en el tiempo a los esfuerzos y que dependerá, para desarrollarse hasta su máximo potencial, tal vez de una pausa para repensar el liderazgo, su comprensión y retos, que pueda contribuir a dibujar un futuro más abarcador y que parte del cuestionamiento y rediseño de sistema todo.
Las crisis que se observan a nivel de Países, empresas e instituciones de todo tipo, nos invitan a pensar en la necesidad de cuestionar la naturaleza misma de lo que entendemos por ese proceso.
Un liderazgo basado en influir para alcanzar los objetivos institucionales es ya insuficiente e incluso inapropiado. Quisiera invitar a dar la bienvenida a la comprensión del liderazgo de una entidad cualquiera como la capacidad de resonar con las personas y ofrecer bienestar, significado y trascendencia a sus integrantes, la entidad y la sociedad toda, al guiar el proceso que permita que la institución se desarrolle hasta su máximo potencial.
El concepto así expresado nos aleja de manipulaciones, intereses particulares y desbalances en la cadena de valor de las relaciones y organizaciones. Precisamente las variables presentes en todas ellas como las causas raíces que nutren la inviabilidad de sistemas y entidades y las crisis de que acompañan dicho fracaso.
Un sistema para ser catalogado como exitoso bajo este enfoque ampliado, no solo debe alcanzar los objetivos establecidos, sino que, además, ha de formar y preservar el valor y la sostenibilidad de todos sus integrantes, en resonancia con la sociedad toda a la cual sirve y no solo a los grupos cercanos o relacionados.
El liderazgo, desde mi perspectiva, aplicado al futbol en escala nacional es la capacidad de inspirar y guiar a instituciones, jugadores, equipos técnicos y de apoyo, a alcanzar su máximo potencial, garantizando las oportunidades de formación e integración social en el tiempo de todos sus integrantes, para lograr el reconocimiento de los ciudadanos a una trayectoria personal, deportiva e institucional, ejemplo para las próximas generaciones, dejando como legado un sistema funcional, eficiente y trascendente.
Este enfoque mantiene el foco en lo deportivo, pero privilegia lo humano se aleja de ver a las personas, jugadores o técnicos, como recursos. No tiene sentido seguir con el acento en los logros deportivos al costo de quienes dan vida al sistema. Ver a quienes han sido figuras del pasado de nuestro deporte en situación hoy de carencias debe alertarnos ya de la necesidad, imperiosa y urgente, de dar un nuevo rumbo al sistema todo. No se trata de absorber la responsabilidad de la dedicación y el esfuerzo individual, pero tampoco de dejar fuera de la ecuación de valor el camino para el desarrollo humano integral.
Una estructura que desde lo estudiantil, regional y amateur, sume círculos de valor añadido de profesionalización y responsabilidad del desarrollo del ser (que no solo el jugador), hasta acercarlo a la vitrina de lo profesional e insertarlo en sus estructuras y apoyar su desarrollo.
Un liderazgo así orientado, velará por el desarrollo del fútbol aficionado como punto de partida de la experiencia de vida deportiva, desde los colegios y liceos, cuya función es formar y que se apoyan en este maravilloso deporte para la globalidad del proceso. Las ligas estudiantiles como punto de partida del proyecto de cadena de valor. En esta etapa la organización deportiva está al servicio de los objetivos institucionales de la educación. El deporte es un complemento a la misma. Estas ligas deben poder evolucionar y desarrollar los sistemas que le permitan insertarse como proveedor de estructuras de orden superior y deben engranarse e integrarse en una relación ganar-ganar con ellas.
El sistema sigue ahora con entidades específicas, especialistas en la formación profesional deportiva y/o divisiones de los equipos profesionales, con afán de lucro, en una suerte de esfuerzo por captar a los mejores talentos emergentes. En esta etapa añadida de valor, cuyo fin si bien privilegia lo deportivo, debe honrar y nutrir a la persona para lograr más que el mejor futbolista. Debe no haber dudas ya que el máximo potencial del humano, en cualquier actividad, se alcanza cuando trabajamos los aspectos físicos, mentales, emocionales y espirituales. Las cuatro esferas de la experiencia humana. No basta con contribuir a desarrollar el mejor futbolista, es necesario contribuir a la viabilidad y significado en la vida de todos quienes forman el sistema y ofrecer la oportunidad de prepararlos para la etapa post-deportiva.
A nivel política del sector, se ha de guiar el proceso de definir el propósito trascendente para nuestro futbol (y todos sus integrantes), identificar los valores compartidos y dar forma a las estructuras que privilegian el desarrollo vertical y la colaboración transversal, sin competencia entre los niveles y con equidad en la distribución de los resultados de la inversión en los desarrollos individuales. El sistema ha de ser diseñado con la mentalidad de competitividad global de sus estructuras internas y no solo un propulsor de potenciales talentos al extranjero.
Este diseño se debe apalancar en la transparencia y colaboración, lejos de la burocracia y la competencia entre entidades, que genera entropía y desgasta, afectando la capacidad del sistema. No podemos seguir viendo recursos donde hay humanos, no son objetos de nuestro interés solamente, deben ser principalmente sujetos de nuestra atención, como se observa ya recientemente.
Los logros deportivos deben ser el resultado de un sistema que ha sido diseñado para que el humano que hace vida en el, se desarrolle de manera integral y plena y que adquiera los conocimientos, destrezas y habilidades que le permitan ser un actor social de valor, más allá claro de lo que alcance como cota superior en la carrera deportiva, una vez esta agota su capacidad de generar valor e ingresos.
Estas ideas, en tanto sean potables, invitarían a un salto de orden del sistema todo, y van de la mano de un liderazgo que entienda que los logros serán siempre el resultado de vivir una causa que haga que el deportista entregue lo mejor de lo que es, no solo lo mejor de su fútbol, que alcanzar cualquier meta deportiva no es la causa que energiza, sino la consecuencia de una dinámica (liderazgo) y un sistema (estructuras y políticas) que está en su mejor momento para repensarse y eventualmente, redefinirse.
Venezuela, nuestro querido País, en su Fútbol, amalgamó talento nacional con extranjero, al cual recibió con el corazón abierto ofreciéndole todo tipo de oportunidades. Corresponder a ello, quienes de alguna forma somos o hemos sido en mayor o menor grado parte de esa historia, es una responsabilidad y una tarea que no tiene fin.
Gracias a todos los que trabajan para que así sea.
Adolfo Jarrín.
Septiembre de 2020.
Adolfo Jarrín
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