El fútbol venezolano: reflexiones sin emotividad
Ing. Ernesto Blanco Martínez, PhD.
Tengo tantos amigos fanáticos del fútbol, que podría escribir varias páginas con sus nombres. Mis hijos son dos de ellos. Nietos de una de las glorias nacionales de este deporte, Ernesto Negro Blanco, Capitán de la Vinotinto y miembro del Salón de la Fama del Deporte Venezolano, en eso del fanatismo por el balompié, no se parecen a mí. Para sorpresa de muchos –no de mi padre, por cierto–, no soy fanático del deporte que practican unos mil millones de seres en nuestro planeta. Esta realidad me da una ventaja al escribir este artículo, pues me permite aproximarme al negocio del fútbol de nuestro país, sin emoción, con mucha ignorancia acerca de jugadores, equipos, campeonatos, etc., pero, con objetividad. En consecuencia, lo que a continuación leerán, son solo algunas breves reflexiones acerca de este deporte, visto desde la perspectiva del análisis estratégico de organizaciones, ámbito en el cual me desempeño.
La teoría neoinstitucional de DiMaggio y Powell (1991), afirma que, en un mismo sector económico, las organizaciones que lo componen tienden a ser isomórficas, es decir, a parecerse, pues se nutren de profesionales que provienen de los mismos centros de formación, adoptan estrategias de desarrollo similares y se desempeñan en el mismo entorno regulatorio, el cual impone normas, procedimientos y hasta fuentes de financiamiento.
Esto, ante los ojos de los fanáticos del fútbol bonaerense, es una especie de herejía, pues ¿Cómo puede afirmarse que el Boca Juniors se parece al River Plate? Lo mismo pensarán los furibundos fanáticos del Real Madrid y del Barcelona. Espero que ninguno de éstos lea este artículo. Sin embargo, si abrimos nuestro navegador de Internet y buscamos los portales del Boca y el River, identificaremos muchas semejanzas. Para el equipo de la Bombonera, en la sección de El Club, hallaremos los nombres de los integrantes de su Comisión Directiva, principal cuerpo de gobierno de una organización. Ésta está conformada por el presidente, los vicepresidentes, los secretarios, los tesoreros y los vocales titulares y suplentes. También encontraremos los distintos departamentos del Club: Dirección General de Fútbol Profesional y Amateur, Representante ante la AFA, Básquetbol, Cultura, Filiales, Prensa, etc. Asimismo, podremos leer los estatutos de la compañía, su presupuesto, la norma ISO 9001, su historia; en fin, un catálogo que nos lleva a inferir que estamos ante una organización con alto grado de profesionalización.
Al entrar a la página de su archirrival, el River Plate, con algunas variaciones, hallaremos, más o menos, la misma información. Si continuamos la búsqueda, pero, esta vez, en el portal del Barcelona Fútbol Club, concluiremos que la organización de esta divisa deportiva es parecida a las de sus análogos suramericanos, pero, con un diferenciador: este club declara que una de sus líneas estratégicas es la Sostenibilidad, en alineación con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por las Naciones Unidas en 2015. El proceso de búsqueda, ahora en los portales del Real Madrid y en el del club, Millonarios de Colombia, nos sugiere que el isomorfismo de las organizaciones es cierto.
No obstante, al hacer una pesquisa de las empresas del sector futbolístico venezolano, no encontramos analogía alguna con los clubes de otros países. Algún lector enfurecido dirá, y no le faltará razón, que no podemos comparar nuestro fútbol con el de Argentina o España. En estos países, este deporte se juega, casi desde el día en que los ingleses comenzaron a perseguir y patear un balón de cuero y trapo. Desde acá responderemos que eso es cierto, pero no es menos cierto, que en nuestro país tenemos décadas practicando este deporte con cierta organización empresarial. Mi padre fue fundador de la extinta Liga Mayor de Fútbol, por allá al principio de los años sesenta. Si partimos de esa época, tenemos más de sesenta años de experiencia en el negocio. Entonces ¿Por qué no hemos logrado organizarnos? ¿Por qué no tenemos clubes robustos?
Estos cuestionamientos podrían generar varias respuestas, una de ellas, que la falta de solidez empresarial de los clubes venezolanos es producto de la menguada dimensión de la fanaticada que compone el mercado, lo cual tiene sentido, pero, si es así, nos preguntamos, si nuestros clubes han dedicado suficientes recursos para incrementar su tamaño. También se podría aducir que el fanático de hoy, no puede asumir el precio de la entrada a un evento deportivo, que genere rentabilidad a los clubes que participan en él y, que, en consecuencia, les permitan robustecer sus operaciones. Esto es cierto para los tiempos que corren, pero nuestros clubes vivieron la otrora abundancia del país, en la que se consolidaron cantidad de empresas que iniciaron operaciones desde cero y que hoy, en medio del difícil entorno que atravesamos, aún sobreviven.
Pienso, con mucho temor a equivocarme, que una de las razones que ha impedido el desarrollo de la industria del fútbol en Venezuela es la falta de profesionalización de sus clubes. En los países mencionados y en muchos otros, este deporte, al ser profesional, se le trata como a cualquier otro negocio. Su desarrollo, aunque ciertamente está moderado por el entorno, es el resultado de la acción ordenada y planificada de sus dirigentes, quienes corren toda clase de riesgos en medio de grandes incertidumbres.
En general, las empresas que sobreviven son aquellas que se han profesionalizado. En ellas existen planes estratégicos, que determinan su futuro a corto, mediano y largo plazo. Éstos son el resultado del análisis del sector en que se desenvuelven. Se trata de ejercicios de reflexión en los que se invierten muchas horas de trabajo para establecer una visión clara del negocio en que se compite, formular líneas de acción que guíen el desempeño de la organización, de manera que pueda enfrentar a competidores, atender clientes, tratar con suplidores y, no menos importante, prever la arremetida de posibles sustitutos y entrantes al sector. El resultado de estos análisis puede arrojar iniciativas tales como la creación de nuevos negocios para diversificar el riesgo y la de nuevos productos y servicios, alianzas estratégicas, ingresos por publicidad en los eventos deportivos y planes de responsabilidad social para sus empleados y las comunidades. Nada de esto se puede alcanzar sin un equipo de profesionales altamente capacitados, que dirijan la empresa en la dirección planificada. Es exactamente lo que hacen otros sectores económicos y, el fútbol, es uno de ellos, no es una excepción.
La humanidad, casi sin darnos cuenta, entró a la Cuarta Revolución Industrial. Ésta se caracteriza por la aparición de avances tecnológicos en todos los ámbitos del quehacer humano, entre los que se encuentran la inteligencia artificial, la computación cuántica y el Internet de las cosas. Para poder desempeñarse en esta nueva era, es necesario el aprendizaje continuo y específico. El sector mundial de fútbol profesional ha alcanzado tales niveles de desarrollo, que requiere la incorporación de especialistas en el área. Esta demanda ha llevado a las universidades, predominantemente europeas, a diseñar planes de estudios para satisfacer las necesidades de este sector. En tal sentido, hoy podemos observar la oferta de estudios de maestrías en derecho internacional del fútbol, gestión deportiva, ciencia y tecnología en fútbol, entrenamiento deportivo en fútbol y la ya experimentada medicina deportiva aplicada a este deporte.
Las empresas del sector del fútbol venezolano no evolucionaron cuando, en el país, había abundancia de recursos. Se quedaron, prácticamente, en las etapas iniciales de desarrollo de las empresas, la del control familiar, a diferencia de empresas que se fundaron en la misma época, pero que lograron profesionalizarse mediante la formulación e implementación de planes de acción ordenados y la contratación del recurso humano capacitado. Esto es fácil de afirmar, desde la comodidad de mi escritorio y con la protección que me brinda, en la lejanía, la computadora. Pero, si nos deslastramos de la emocionalidad que pueden generar estas reflexiones a algunos fanáticos, podríamos concluir que lo expuesto anteriormente tiene algo de cierto.