El anillo perdido de Iker Zubizarreta
Esta es la historia del anillo perdido de Iker Zubizarreta, que se ganó hace 42 años, en 1982 por quedar campeón nacional de fútbol universitario con Indiana University, que “perdió” de manera misteriosa, y que apareció hace poco en una venta de cachivaches, que se lo querían “devolver”, pero no lo quiso recuperar porque no se dejó extorsionar, y además porque tiene otro igual.
Una persona lo contactó a través del Facebook, y le pregunta por el anillo:
“Es la persona que tiene el anillo que tiene tu nombre, y te quería preguntar, el anillo tú lo perdiste, lo vendiste, si me puedes contar un poquito de historia sobre ese anillo, porque de verdad me intriga”.
Contesta Iker: “ese anillo te explico un poquito el origen. Como viste en la historia de la página del Facebook y los compañeros que han escrito, yo fui jugador de la Vinotinto en la década de los 80, desde el año 79 al año 85, participando en muchas competencias como los Panamericanos, Centroamericanos, Olimpiadas de Moscú, etc. El hecho es que en esa época yo no me dedicaba como jugador profesional, como si lo hacían muchos de mis compañeros, sino que yo era parte del fútbol universitario de los Estados Unidos, yo estudié en Indiana University y la verdad que tuvimos muy buenos resultados como disciplina, y en los años 82 y 83 quedamos campeones nacionales universitarios, siendo uno de los obsequios un anillo, ese que tú tienes, para cada uno de los jugadores con su nombre impreso.
Agrega el exvinotinto: “como ves, tiene impreso mi nombre, Iker Subizarreta, y obviamente yo lo tenía junto a mis otros trofeos en mi casa, pero si tú me preguntas ahora cómo ese anillo llega a una tienda de reliquias donde tú lo adquiriste, caramba, puedo tener muchas especulaciones y muchas teorías y muchas hipótesis, desde que alguna señora de servicio me lo haya sustraído, me lo haya robado, hasta cualquiera que se te pueda ocurrir”.
Le sigue echando el cuento: “pero bueno, el origen del anillo, para que sepas, es ese, y lo que yo te preguntaba en el escrito era, oye, ¿en qué lugar lo compraste?, y eso fue aquí en Caracas, en una tienda, simplemente por curiosidad, para entender un poquito cómo llegaría allá, para poder hacer las diferentes especulaciones”.
“De hecho, voy a tratar de buscar el otro anillo, porque yo no tengo uno, tengo dos anillos como esos, que están en el baúl de los recuerdos, tú seguramente serás un poquito más joven que yo, pero tengo un baúl de los recuerdos bastante amplio, y lo que quiero saber es si puedo encontrar ese otro anillo, pero bueno, la verdad es que estoy sorprendido, una cuestión verdaderamente sorprendente, el que haya aparecido ese anillo en donde tú lo conseguiste”.
Esto fue lo que le contestó el actual dueño del anillo:
“Te cuento: ese anillo yo lo compré en una venta de garaje que hacen en el Cafetal, que es muy famosa, voy caminando y curioseando, me paro en un puestico, veo el anillo y me parece muy bonito, lo reviso y veo que es un anillo de campeonato, pregunto si no es una réplica, y me dicen que no, que es original, compro el anillo y le pregunto a la persona sobre el origen del anillo, si era de él, y no me quiso dar información, simplemente me lo vendió”.
Agrega que “el anillo es suyo, si usted quiere el anillo de vuelta, yo se lo podría devolver, yo no tengo problemas con eso, lo que pasa es que pagué una suma más o menos alta por el anillo, y tampoco me gustaría perder dinero, pero no tendría problema con devolvérselo”.
Continuando con el diálogo, le señala Iker lo siguiente:
“Qué cosa tan curiosa esto, obviamente alguien me extrajo el anillo de entre mis pertenencias personales, porque te reitero, yo tengo otro similar aquí por otro campeonato nacional, pero simplemente por curiosidad dime cuánto pagaste por ese anillo, para tener una idea y ver si tiene algún sentido el cobro de recuperación, si no bueno tienes un recuerdo mío para toda tu vida pana… como tu quieras, ya sabes quién soy, y si quieres te lo firmo, no hay rollo, te lo puedo firmar por detrás y quedamos bien, es echando broma, pero simplemente por curiosidad dime cuanto pagaste por él”.
Sin más ni más directamente le dice el nuevo dueño del anillo de Iker “cuando yo compré el anillo pagué alrededor de 70 u 80 dólares por él…” y hasta ahí, no hubo más diálogo.
“Ahí tienes toda la historia, una manera elegante de extorsión a través de una sutil expropiación de mi anillo… obviamente no le contesté más” dijo tranquilamente Iker Zubizarreta, para dar por terminado el asunto.