Ceferino Bencomo: de eliminar a Brasil en 1.992 a promover el futuro con Catia FC
*Rafael Lastra Veracierto
No podía imaginar aquel joven de 22 años que el esfuerzo tenaz y complicado de resistir a “los terribles brasileños” en “Defensores del Chaco”, se iba a proyectar hasta el presente, cuando visualiza el futuro con su muchachada de Catia FC.
¿Quién puede quitarle a Ceferino Bencomo esa felicidad de haber eliminado al Brasil de Cafú y Roberto Carlos de los Juegos Olímpicos de Barcelona (España) en 1992?
Aquella gesta que enmudeció a los directivos de la Confederación Brasilera de Fútbol y exaltó a miles de hinchas paraguayos, está fresca en su memoria:
“El profe (Víctor Pignanelli, uruguayo) nos habló de lo que podíamos hacer, si nos lo creíamos, que los brasileros estaban confiados y podíamos arruinarles la fiesta”, rememoró Bencomo, un marcador de punta que en 14 temporadas con el Caracas FC se caracterizó por el ida y vuelta en su banda derecha.
La proeza del último partido en ese Preolímpico de Paraguay no fue destacada por la prensa nacional, pero las fotografías de las agencias internacionales de noticias atestiguaron el 1-1 ante Brasil, con gol de Edson Rodríguez, a centro de Gerson Díaz.
“Yo quité esa pelota en el mediocampo, se la pasé a Leo (Leonardo González), que habilitó a Gerson y vino el golazo de Edson”, recordó con orgullo.
Una de esas gráficas, publicada por el diario ABC Color de Asunción, mostró a Bencomo alzado por aficionados guaraníes. Y no era para menos, la hombrada de Venezuela había permitido la clasificación a la cita olímpica de la selección local.
La nota informativa de la agencia The Associated Press puntualizó lo siguiente sobre el inesperado marcador: “Maniatado en el mediocampo, Brasil fue impotente para franquear el vallado defensivo rival, donde el arquero Félix Golindano y el lateral Ceferino Bencomo fueron figuras”.
De la mano de Plasencia
Nacido el 10 de enero de 1970, Bencomo debutó en el Caracas FC en la temporada de 1988. Disputó 15 juegos en tres copas Libertadores de América. También participó en la liguilla prelibertadores de 1998.
Entre los 7 y 14 años de edad, jugó en todas las categorías del equipo Selimen, en El Junquito, desde donde fue tomado en cuenta para integrar diversas selecciones distritales.
Precisamente, en una competencia con el Distrito Federal fue observado por el entrenador del Caracas FC, Manuel Plasencia. Sus constantes diagonales y el apoyo a sus compañeros mediocampistas para atacar, lo distinguieron. Tanto que alineó en 288 encuentros oficiales con el equipo rojo en primera división.
En 1988, Plasencia le confió la titularidad en todos los partidos que la selección juvenil disputara en el XIII Suramericano de la edad en Buenos Aires (Argentina), mientras que en 1989 se enfundó la elástica del Deportivo Italia.
En 1990, no solo volvió al elenco avileño sino que el DT Rafael Santana lo convocó para los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Ciudad de México, donde cumplió con las expectativas en todos los cotejos, camino a la medalla de plata para la Vinotinto.
Un año más tarde, Pignanelli lo llevó a la Copa América de Chile en 1991, pero una lesión en una de sus rodillas le impidió ver minutos ante Argentina, Chile, Paraguay y Perú.
“Jugué hasta los 33 años y retirarme fue duro. Ningún futbolista quiere enfrentar ese momento, pero es la realidad de la vida”, admitió Bencomo, quien como entrenador dirigió los equipos Sub-15, Sub-17 y Sub-20 del Caracas FC.
En la temporada 2009-2010, tras coronarse en el torneo de segunda división, le ofrecieron las riendas del primer equipo, en sustitución de Noel “Chita” San Vicente.
Muy pronto lo sorprendió el éxito: sus dirigidos golearon 4-1 al Deportivo Táchira en el match definitivo para conquistar la 11ª estrella en el balompié rentado nacional.
“Estoy muy satisfecho, esto es grande”, dijo ante una afición incrédula con lo ocurrido en el estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal.
Fue su única estrella en el banquillo caraquista. Como jugador, había obtenido seis títulos, tres de la mano de Plasencia y el resto con Pedro Febles (+), Carlos Horacio Moreno (+) y Noel San Vicente.
De estilo sereno y prudente con sus palabras, fue asimilando el hecho de manejar un equipo cuya exigencia era ganar campeonatos y avanzar, lo más lejos posible, en la Copa Libertadores de América.
En la edición copera del año 2010, el Caracas apenas pudo extraer dos empates versus la Universidad Católica de Chile. Al año siguiente, dominó a los araucanos de la Unión Española y la Universidad Católica, pero el día de las definiciones no pudo descifrar el entramado táctico de Vélez Sarsfield y cayó 0-3 en una noche para el olvido en el Olímpico de la UCV.
En la fase de grupos de la Libertadores de 2013, sus pupilos vencieron 2-1 a Gremio de Brasil en el coso ucevista. Era la primera vez que la divisa roja se imponía a un adversario amazónico en su historial de participaciones en el magno evento. Aun así, no pudo trascender a los octavos de final.
El sueño desde la base
En mayo de ese año 2013, se marchó del Caracas FC y aceptó dirigir a la selección nacional Sub-15, de cara al Suramericano en Bolivia.
En 2015, estuvo al mando del combinado Sub-17 y aunque no clasificó a la ronda decisiva en el Suramericano de Paraguay, saboreó las mieles del triunfo 3-2 contra Brasil. “Le he hecho daño en un campo de juego a Brasil, no hay dudas”, comentó entre risas.
En la medida que adquirió experiencia como adiestrador de selecciones nacionales, delineó su proyecto de formación de jugadores desde las comunidades más humildes. Por ello, hace 7 años nació Catia FC, que ha sido campeón dos veces en los torneos de la 3ª división del fútbol nacional.
¿Imagina Bencomo su regreso a la máxima categoría con este club? “Sí, claro que está planteado”, aseguró quien fue certificado en 2020 con la licencia de Entrenador Pro de Conmebol.
*Periodista y colaborador de la Fundación Venezuela Fútbol Historia