Asdrúbal “El Quemao” Olivares: pasión nacionalista como jugador y dirigente
*Rafael Lastra Veracierto
El estilo franco para confrontar los males atávicos del fútbol venezolano siempre lo condenó a la cornisa de la popularidad. Pero, él sabía que esa integridad terminaría por reconocerse entre tirios y troyanos.
La impronta deportiva y dirigencial de quien naciera el 17 de agosto de 1926 en Higuerote (estado Miranda) lo llevó a sobresalir primero en el club de sus amores, La Salle FC, luego en la selección nacional y finalmente, como presidente de la Federación Venezolana de Fútbol.
Asdrúbal Olivares Sosa se formó en el colegio La Salle, que en su época estaba en el centro de Caracas, y desde allí compartió devoción por el buen trato de la pelota con su hermano más chico, Hely Olivares.
Aunque no siempre jugaron juntos, en 1950 coincidieron en el estadio Nacional de El Paraíso, cuando la divisa sucumbió 5-2 contra el club Do Remo (Brasil).
En el mismo año, pero en el estadio Cerveza Caracas de San Agustín, “El Quemao” anotó un gol y su hermano Hely dos más para la victoria 5-4 sobre el Deportivo Libertad de Colombia.
En otra serie internacional contra el equipo Puentes Grandes (Cuba), reforzó a su archirrival del campeonato venezolano, el Loyola Sport Club. “No ha habido otro jugador como El Cojo Rodríguez (mediocampista del Loyola)”, aseguró en una entrevista en 1967 al diario El Universal.
En medio de un circuito balompédico que no promovía oportunidades en la cancha para los venezolanos, se le vio despuntar en 1947, cuando sus capacidades como puntero izquierdo resaltaron en un cotejo contra el Racing de Aruba (victoria 6-4 para La Salle), en la mencionada cancha de El Paraíso.
Un año antes, se le habían abierto las puertas de la selección nacional en los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1946 en Barranquilla (Colombia), al alinear en cuatro de los seis partidos oficiales.
En el match frente al seleccionado de la Nueva Granada, si bien no pudo evitar la derrota de 2-0, protagonizó varias incursiones en el área, en las que estuvo a un tris de descontar en la pizarra.
Primero los criollos
Mientras derrochaba talento en los escenarios, Olivares Sosa no abandonó sus estudios de Ingeniería Civil y en 1950 egresó de la Universidad Central de Venezuela.
“Esa final de 1952 contra El Loyola es algo que no se puede olvidar y la ganamos en una dura competencia”, rememoró en ese diálogo con Lorenzo Mascarrón, periodista de El Universal. Ya para entonces, había colgado los botines.
Pero su permanente vinculación con la actividad balompédica lo llevó a dirigir la Liga Mayor de Fútbol entre 1963 y 1966, año en el que asciende a la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF).
En 1969, convencido del apoyo que había que ofrecerle al futbolista nativo, propuso a los directivos de los equipos de colonias europeas sustituir o asimilar sus nombres para identificarlos con las distintas parroquias de Caracas.
Tal proyecto fue rechazado por los representantes de estos elencos, menos los del Unión Deportiva Canarias. Quienes se opusieron tomaron como tribuna a la prensa nacional, lo que paralizó la idea del Quemao.
Dos años después, convenció a sus pares de Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador para organizar anualmente la Copa Simón Bolívar, con los clubes campeones de cada liga.
En 1973, volvió a triunfar en los comicios de la FVF, pero el Instituto Nacional de Deportes no lo reconoció como presidente y en su lugar, designó a José Requena. La Liga Mayor tampoco le dio el visto bueno.
Olivares se negó a entregar su cargo, mientras la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) determinó la intromisión del gobierno venezolano en este asunto, por lo que suspendió a Venezuela de toda actividad balompédica.
Ello impidió al Deportivo Italia y el Galicia intervenir en la fase de grupos de la Copa Libertadores de América y a la selección adulta enfrentar a Chile y Perú en las eliminatorias suramericanas al Mundial de Alemania 1974.
Grandeza honorífica
Al elogiar su labor como dirigente, Mario Fiorenza, veedor de jueces de la FIFA, afirmó que en el mandato de Olivares “se le dio categoría internacional al arbitraje en Venezuela”.
En su blog titulado “Qué hiciste Papaíto”, el periodista Lázaro Candal avaló a los timoneles federativos Gustavo Maggi, Olivares Sosa y José Ángel Vidal Douglas: “Puedo dar fe de su grandeza honorífica como dirigentes venezolanos y mundiales, hombres de bien”.
El legado de “El Quemao” en las canchas fue seguido por sus hijos Luis Hely, Asdrúbal “El Negro”, Carlos, Alfredo y Asdrúbal “El Quemaíto”.
Todos se enfundaron la elástica de la selección nacional en distintas categorías, menos Carlos que solo estuvo en las divisiones inferiores de La Salle.
“Mi papá fue un hombre honesto, desprendido con la plata producto de su trabajo. Fue un gran apasionado por el fútbol”, comentó desde Chile su hijo Alfredo.
Asdrúbal Olivares Sosa falleció el 24 de junio de 1996 en Caracas.
*Periodista y colaborador de la Fundación Venezuela Fútbol Historia